Los edificios de viviendas, en los pasamos gran parte de nuestra vida, deben ofrecer unas condiciones mínimas de confortabilidad, tanto en luminosidad, acústica, humedad o temperatura.

El confort térmico depende de numerosos factores, entre los que se encuentran los de tipo personal (fisiológicos y contributivos, socioculturales, etc.) y los ambientales. De lo que no cabe duda es que para conseguir un determinado nivel de confort térmico se dispone de dos conjuntos de medidas: las pasivas (envolvente térmica del edificio) y las activas (instalaciones de calefacción y refrigeración).

Los gastos en calefacción representan un porcentaje que suele superar el 40% de la factura energética, razón por la cual, cuando se plantea una rehabilitación energética de un edificio se contemple la sustitución de las antiguas calderas centralizadas por otras más eficientes que pueden funcionar con combustibles alternativos más baratos y menos contaminantes.

Además, las instalaciones térmicas, con las que se produce el agua caliente sanitaria y el agua para la calefacción, son sistemas que integran, no sólo las calderas, sino incluso las redes de distribución y los emisores. Todo ello aconseja que los proyectos de reformas incluyan un conjunto de mejoras para conseguir los rendimientos previstos, así como la implantación de los dispositivos de medición y reparto de gastos individualizados.

El curso está dirigido a profesionales del sector de rehabilitación y reformas de edificios, técnicos en eficiencia energética, administradores de fincas, responsables de mantenimiento, etc.

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